No es nuevo pero no por ello menos desolador comprobar cómo la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid no está ni se la espera cuando hay que atender y respaldar a un equipo educativo que necesita de su apoyo.
Nos hacen llegar una carta escrita por una educadora de la Escuela Infantil "Los Títeres" en la que se denuncia una situación de violencia grave de un padre hacia un maestra y la directora del centro.
Es cierto que situaciones de violencia en las Escuelas Infantiles son prácticamente inexistentes, por eso sorprende más que en un barrio como Pan Bendito (o cualquier otro de las mismas características en Madrid) no se atienda a las necesidades especiales de la población y de las escuelas en el mismo.
La Administración Educativa tiene que ser consciente de que no vale la máxima de "café para todos" por el contrario, tiene que "dar más a quien más necesita", dar más en este caso es dar lo que NECESITEN. El barrio, parte de la población, las escuelas, tienen necesidades concretas que no existen en otros sitios y atenderlas por tanto es su obligación.
Sabemos que responsables de la Direcció Territorial se personaron en el centro, pero hasta donde sabemos hoy nada se ha resuelto y estas situaciones NO PUEDEN ESPERAR. L@s niñ@s tienen derecho a una educación de calidad, las familias (en su inmensa mayoría pacíficas) han de poder llevar a sus hij@s a la escuela con absoluta tranquilidad y el EQUIPO EDUCATIVO necesita sentirse respetado, apoyado y confiado en que su tarea educativa es posible, que estan ahí para dar lo mejor de sí mism@s, para ayudar a los niñ@s a crecer, cuidar su desarrollo y hacer mejores personas.
El entorno es desfavorable, a la Consejería le corresponde poner los medios que se necesitan, que no "todo va en el sueldo"
Insertamos la carta que hemos recibido
Soy una educadora que trabaja en la Escuela Infantil “Los Títeres”, ubicada
en Pan Bendito.
Nuestra Escuela Infantil, "Los Títeres", está
ubicada en el barrio de Pan bendito. Este barrio ha sufrido como muchos otros
barrios el azote de la crisis y de los recortes sociales, desde hace décadas.
Esto ha llevado a crear situaciones familiares muy
desestructuradas, con graves problemas económicos, paro laboral,
infraviviendas, desahucios, drogadicción, alcoholismo, exclusión social y como
consecuencia de todo esto un alto nivel de violencia estructural.
Nuestra Escuela era una isla. Tenemos un total de 112
alumnas/os matriculadas/os, el 43% de las familias cobran el RMI, el 23% tienen
exención de cuota, y tenemos un 43% de niñas y niños de etnia gitana.
Nuestra Escuela siempre ha tenido mucha población diversa. Tenemos un aula
preferente de niñas y niños de Espectro Autista y eso enriquecía las aulas.
Pero se está convirtiendo en un gueto y aunque hemos sufrido sucesivos robos en
las Escuela los fines de semana, la falta de limpieza de la misma (tiran basura
desde las ventanas), etc., siempre hemos trabajado en un buen ambiente.
Un suceso vino a romper en el 2011 esta convivencia. Ocurrió
un tiroteo entre bandas rivales a la hora del patio, cuando las niñas y niños
estaban en el mismo, a las once de la mañana y a escasos metros de la Escuela.
Esto hizo que nuestros cimientos se movieran, que viéramos la cara más amarga
del barrio y que nos sintiéramos más vulnerables que nunca. Enseguida subimos
con las niñas y los niños al aula y comenzamos a bajar las persianas y a
cantar, para que ellos/as no notaran nada, pero sentimos miedo. En aquella
ocasión, denunciamos los hechos, salió en los medios, etc., pero ahí quedó todo
y seguimos trabajando.
El pasado miércoles 2 de marzo ocurrieron dos hechos muy
graves, dentro de la Escuela; por la mañana un padre agredió a su pareja en el
pasillo de entrada de la misma y ese mismo día por la tarde, un padre agredió a
una educadora en el aula, luego bajó a dirección y siguió agrediendo
verbalmente a la directora del Centro. Ambos hechos ante la mirada
inocente de las niñas y niños que allí estaban. Estos hechos ocurren con
mayor frecuencia en la Escuela.
Las personas que trabajamos en la Escuela, nos hemos esforzado
por trabajar para las niñas y niños de este barrio, ofreciéndoles otro modelo
de convivencia, basado en el diálogo, el respeto, en la aceptación de lo
diverso, en la solidaridad, mostrando formas de comunicación no violentas entre
las personas. Y aunque solo es la aportación de un granito de arena, estábamos
contentas con nuestro trabajo. Notamos asimismo un aumento de la agresividad y
violencia en nuestras aulas, a pesar de que trabajamos con niñas y niños muy
pequeños, sobre todo en el segundo ciclo.
Pero se ha vuelto a traspasar una línea, la violencia ha
llegado ya al corazón de la Escuela, y eso no lo podemos tolerar. Primero
porque no podemos garantizar la seguridad de las niñas y niños con las que
trabajamos, ni nuestra propia integridad física. Volvemos a sentir miedo.
Queremos seguir trabajando sin miedo, que la Escuela sea
diversa y no se convierta en un gueto y que todo el trabajo realizado hasta
ahora no se pierda y pueda contribuir a seguir haciendo felices a las niñas y
niños de este barrio.
Por eso hacemos un llamamiento a la Comunidad de Madrid y al Ayuntamiento
para que se realicen las acciones necesarias para que nuestra Escuela pueda
integrarse en el barrio para enriquecernos mutuamente. Porque creemos que la
Educación puede transformar, pero debe tener recursos suficientes para ello, y
eso ya no está en nuestra mano. Muchas gracias
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